domingo, 15 de junio de 2014

El vals de los monstruos.



A mitad del pasillo de la planta de Psiquiatría hay un sillón.

Casi siempre hay algún paciente allí sentado; mirando al techo, cabizbajo, mirando hacia todos lados. Con soliloquios temerosos o soliloquios que le hacen reirse solo. El paciente más hiperactivo, el más sedado, el más residual, o el que cree ser el rey del mundo.

El sillón ya va siendo viejo. Es gris, muy desgastado, tiene maniatas por si se necesita contención. Está frente al control de enfermería para que sea más fácil echar un ojo.

Anoche estaba vacío. Me senté yo; aprovechando un momento en el que las enfermeras estaban acomodando al nuevo ingreso, y cuando ya era tan tarde que los demás pacientes estaban dormidos. Me coloqué los cascos y puse música en modo aleatorio, me quedé mirando el pasillo... llevo ya seis meses en este sitio.

Un sitio que es un mundo pararelo.

Como dicen que ocurre antes de irse para siempre, ví delante de mí tantas imágenes de estos meses; porque entierro una primera etapa de la vida como residente, el primer contacto con mis pacientes. Escuchaba "La valse del monstres" y fue como si esas imágenes bailaran muy rápido en mi cabeza, a la vez que los enfermos bailaban -a veces de manera figurada, otras de manera literal- a lo largo del pasillo de la planta de Psiquiatría.

Si las emociones que se viven dentro de este sitio se materializasen de algún modo, romperían como en avalancha ese dique que es una puerta blindada. Y es que el tratamiento psiquiátrico durante siglos fue sencillamente esto; aislarlos del mundo, esconderlos. Ponerles muros moralistas o de ladrillo. Pero no se puede ignorar la realidad; hubo tiempos sin psiquiatras, todavía hay culturas sin ellos, aún así lo que siempre ha habido ha sido "locos." Este sitio también es parte del mundo.

Con una corona de cartulina roja paseaba un paciente "para burlarse de su enfermedad". Otro se escondía a gritos porque pensaba que íbamos a matarlo. Tantos ingresos que llegan muertos de miedo, que recorren este pasillo como si caminaran hacia una muerte sin remedio. Familias que saludan a los enfermos desde el otro lado de la puerta blindada, a través de las líneas de claridad, buscándolos por un pasillo que se les hace infinito. El enfermo agitado y agresivo hacia la habitación de contención. El profeta, los miles de Jesucristos y salvadores del mundo, el "médico-físico-químico-abogado-almirante de navegación." Las carreras por el pasillo y los bailes desenfrenados de los maníacos. La paciente que caminaba todo el día imitando a una modelo, como si fuese una pasarela y no un pasillo. Los coros, los dúos, los aplausos. También las peleas y los lloros. El paciente que me sigue rogándome que no delate lo que le dicen las voces, que escapa de mí porque cree que soy parte de un complot de matarifes, el que me sigue para pedirme matrimonio y el que me sigue para pedirme un cigarrillo. Pasos a toda mecha, otros inhibidos y casi catatónicos.

Y pese a todo, salir por este mismo pasillo siendo otro. Ellos se van mejor de lo que vinieron; a veces infinitamente mejor, otras veces renovados, otras un poco aliviados, a veces sin muchos cambios.

Yo tampoco saldré igual que entré en el mes de enero.

2 comentarios:

  1. Aquí un R1 de Psiquiatría que ha rotado por Neurología e Interna y ahora se encuentra de vacaciones hasta empezar en el servicio de Salud Mental en enero.

    Me ha encantado el blog y en concreto la entrada. De momento sigo escribiendo desde mi blog mírico... Aunque me esté planteando abrir otro para contar mis experiencias psiquiátricas. Cualquier consejo o recomendación será bienvenido.

    Un saludo y felicidades por el blog.

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    1. Hola :)

      Muchas gracias por tu comentario. Siento el retraso, he dejado el blog en el olvido durante varios meses y hoy he vuelto a pasarme por aquí. Sería genial intercambiar experiencias, yo soy R2 ahora así que estamos empezando.

      Un saludo

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