lunes, 21 de octubre de 2013

Historia de la psicosis (III)

Renacimiento
 
 
El Renacimiento empieza con visiones contrapuestas sobre la etiología de la enfermedad mental: la primera basada en la idea medieval de posesión (tanto diabólica como divina), y la segunda centrada en el contenido médico-científico de la locura.
 
Se publican obras como 'De Praestigius Daemonium' (J.Wéyer) en el que se recomienda tratar a hechiceros y a posesos, si bien se habla de un tratamiento médico inicial, que sólo debe tornarse en sacerdotal si el enfermo no respondiera.
 
Paracelso será el principal oponente del Galenismo, y Platter publica su 'Praxis Médica'.
 
Pero lo más importante del Renacimiento serán las nuevas teorías sobre la enfermedad mental; la Iatroquímica y la Iatromecánica (basadas en las ideas atomistas de autores como Demócrito y Epicuro), la teoría de la 'contractura meníngea' de Baglivi (supuestamente, las meninges se implicarían en la producción de enfermedad mental, intentándose siglos después la inoculación de meningitis a enfermos psiquiátricos para volver las meninges a su 'estado natural'). Se empiezan también a describir enfermedades como la Miastenia Gravis y la Parálisis General Progresiva (producida por el Treponema Pallidum, agente causal de la lepra) y estas enfermedades, que cursaban con alteraciones del comportamiento y llenaban los centros psiquiátricos, pasarán a ser tratadas por neurólogos/infectólogos en los siglos venideros.
Willis explica que la histeria no es una enfermedad uterina (del griego 'hysteros'= útero), sino nerviosa. Este autor realiza también autopsias, adelantándose a la mentalidad anatomo-clínica que reinará en el XIX, intentando localizar las áreas afectadas en los distintos trastornos mentales.
 
En Alemania surge la Escuela Animista de Stahl, que divide al ser humano en cuerpo y ánima (afectada en la enfermedad mental). Se inician toda una serie de teorías psicológicas, y se habla también de una separación de las enfermedades mentales en patéticas (funcionales) y simpáticas (con afectación orgánica.)
 
Surge el atisbo de los tratamientos de choque, reinantes en los próximos siglos, de mano de las teorías 'mecanicistas'. Nos hablan de una incompatibilidad, supuestamente anatomopatológica, entre esquizofrenia y epilepsia, y por lo tanto recomiendan hacer convulsionar al enfermo psicótico para mejorar sus síntomas. La locura, para autores como Mead, es incompatible con otras enfermedades graves. Y por increíble que parezca, perduran aún retazos de estas ideas; hasta hace poco se decía que los esquizofrénicos no padecen cáncer a pesar de ser grandes fumadores (sobra decir que esto es totalmente falso, además de ser puro pseudocientifismo.)
 
Cerrando el s.XVII, Cullen enuncia su teoría de la 'energía o flujo', por la cual la enfermedad mental sería un desequilibrio entre la excitación y el colapso.
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario