jueves, 12 de junio de 2014

Las desventuras del MIRquiatra

Esta es una actualización terapéutica; que me dejen patalear, gritar entre líneas.


Y eso que empezaré diciendo que durante este año de R1 nunca me he visto haciendo otra especialidad que no sea Psiquiatría. He rotado en otros servicios, he conocido a compañeros de todos los palos; pero creo que no hay nada comparable a exponerse a las tormentas del cerebro-entorno. Sentarse en una consulta a escuchar a personas con visiones reales o dismórficas, hiper o hipotrofiadas de la realidad es un ejercicio que va mucha más allá de todo lo que uno puede estudiar en una facultad de Medicina. La Psiquiatría es mucho más interesante, gratificante, útil y avanzada de lo que pensaba; prácticamente todos los pacientes mejoran y en la mayoría de los casos llegamos a entender, aunque sea sólo un poco, qué es lo que les está pasando. Pero no nos desviemos del tema; otro día escribiré sobre la felicidad del MIRquiatra. Hoy lo que toca son las desventuras.

Cuando uno coge su ensoñada plaza de MIRquiatra, y más aún si lleva años divagando sobre hacer Psiquiatría, espera que por fin se abra un minicamino de rosas. No lo espera abiertamente, porque en el fondo de su ser entiende que no tiene fundamento pensar tal cosa, pero la esperanza que tiene es un poco esa. Ha estudiado seis años infumables de una carrera que le ha gustado más bien a medias y en la que se han encargado de hacerle pensar que es una mierda. Cuando por fin tiene en mano la licenciatura, se encierra a estudiar un examen de memorización bestial, para el que nuevamente, pocos contenidos le gustan. Sobra decir que durante todo este tiempo la Psiquiatría es vista como una especie de tontería pseudofilosófica que hace más daño que beneficio, y tampoco hay que dedicarle mucho tiempo. La Psiquiatría de la carrera suele ser una asignatura de esas que se aprueban muy a la ligera, para las que casi nadie estudia en serio, y donde los contenidos se explican de una manera que ridiculiza bastante la labor real del psiquiatra. En el MIR hay un puñado de preguntas sencillas que no ahondan para nada en lo que el futuro MIRquiatra quiere; filosofar, neurociencear, humanizar.

Digamos que con este bagaje, y habiendo escuchado de antemano que su decisión de escoger Psiquiatría ("pero hombre, ¡si con tu número podías haber hecho otra cosa!") va a ser vista como prueba irrefutable de su propia locura... con este bagaje el MIRquiatra tendría que llegar preparado para todas.

Cuando yo era estudiante de Medicina, roté en un Servicio de Cirugía General. Aquellas mañanas se me hacían muy largas. Un día uno de los cirujanos nos preguntó qué planes teníamos para la especialidad; cuando dije que iba a hacer Psiquiatría me soltó un mediosermón sobre la pérdida de tiempo que suponía estudiar una carrera "tan jodida" y acto seguido "tirarla por la basura haciendo de psicólogo con unos cuantos majaras." Llegó otro cirujano, éste más comedido, y dijo que entendía que no me gustase la cirugía... pero que siempre podía hacer una especialidad médica (me sugirió Medicina Interna).

El caso es que durante la residencia las cosas siguen un poco en esa línea; el psiquiatra es visto por muchos colegas médicos como un bicho raro. Y sus pacientes, como cabe pensar, son vistos como seres peligrosos de los que más vale estar lejos.
El MIRquiatra llega a su Servicio de Psiquiatría y se topa con unos pacientes inofensivos en su mayor parte, o más dañinos para sí mismos de lo que podrían serlo para ningún otro. Les coge cariño, se ríe y llora con ellos, los entrevista durante horas y luego repasa sus palabras, aprende poco a poco a traducirlo al lenguaje de la psicopatología y a tratar su enfermedad. Pero resulta que cuando esos pacientes psiquiátricos (uno de los peores apellidos que pueden tener en su historial clínico) necesita de los cuidados de otros médicos, éstos llegan incluso a escribir anotaciones que el MIRquiatra sabe que se han manipulado. Porque un paciente deprimido e inhibido rara vez puede ser tan amenazante que no puedas acercarte a explorarle el abdomen, por ejemplo (menos aún si sabes que tiene una fiebre de 39ºC, Insuficiencia renal estadío V, todos los factores de riesgo cardiovascular conocidos e Insuficiencia hepática.) Y ahí es donde el MIRquiatra tiene que perseguir a dichos médicos, incluso en casos muy graves, para evitar que el paciente se muera de una infección delante de sus morros.
Hay excepciones y he visto el respeto de muchos compañeros por mi trabajo, pero me avergüenza y me apena esta lucha constante para que mis enfermos sean tratados como cualquier otro.

El MIRquiatra introvertido aprenderá durante su año de R1 que 24h en contacto directo con otras personas le agota y le vuelve un poco huraño. Las guardias siempre son complicadas, pero más aún si necesitas tiempo en soledad.

Otras desventuras serán el nepotismo, la precariedad laboral y el paro que ve en residentes mayores a su alrededor, el constante bombardeo de la industria farmacéutica (con sus grandes eventos para altos cargos por un lado, y su pasotismo a la hora de invertir en otros campos), el estancamiento de la investigación, el tedio de las tesis doctorales y otros requisitos académicos (que el MIRquiatra imaginaba como interesantísimos), el enfrentamiento entre adjuntos, la dicotomía categorial biología-psicoterapia (que no acabo de encontrar encarnada con racionalidad en ningún psiquiatra), el mundo paralelo de la Psiquiatría privada, la necesidad de perseguir adjuntos para que corrijan o asesoren tus actos, las familias hiperdemandantes y muchos momentos con la moral por los suelos.

En los gajes del oficio, el MIRquiatra no tenía ni pajolera idea de lo que es entrevistar a un paciente con trastorno de la personalidad a las 5 de la mañana. Que las formas de querer matarse son casi infinitas; hay mucha gente que quiere matarse para hacer daño a otra persona, o porque necesita ser un enfermo, o porque funciona en modo cortocircuito.
Esos pacientes que los propios psiquiatras llaman "trastornazo de...", "psicopatón", "limitón" y otros epítetos tan descriptivos como esos. Pacientes que te hacen hasta leer libros de Psicoterapias raras, a ver si se aparece el milagro y encuentras manera de manejar una entrevista y de sentir que has ayudado mínimamente a que mejoren en algo.

Hay días agotadores. Hay días que cierro los ojos y sólo veo pacientes persiguiéndome por el pasillo, politoxicómanos que intentan chantajearme para conseguir algo con el adjunto, voces y gritos. Y esas familias que creen que soy "la chica", "la secretaria" y que debido a mi edad y a mi sexo ni siquiera merezco su respeto. Qué asco de sociedad y qué atraso. Las pilas de informes que redacto, el sentimiento de no saber si preguntar o no; si no pregunto soy una pasota, si pregunto probablemente pregunte tonterías que alguien se acuerde de recordarme que demuestran que no sé nada. La necesidad de estudiar mucho y no saber por dónde empezar; como si me hubiesen tirado en un océano. El robo de tanta ilusión que tenía volcada en esta especialidad, por culpa del tedio y de malos momentos que me hacen darle demasiadas vueltas al coco. Sentirme una gilipollas por no afrontar que la vida real es así y que esperar más es una fantasía. El cansancio, el no dormir y el dormir mal. Los pacientes para los que nunca seré su médico, a pesar de hablar con ellos a diario, porque la aparición del adjunto es como una visión estelar que me convierte inmediatamente en su secretaria o en su enfermera. Creo que estaría mejor en un trabajo que no me exponga constantemente a las miserias de los demás, que no demande de mi empatía continua y de gran parte de mis energías emocionales.

Son cosas que pienso cuando estoy hasta arriba, ya dije que sería una entrada terapéutica.
A veces hay que reventar.





4 comentarios:

  1. La verdad es que hasta hoy pensaba que yo era un bicho raro y que los días malos sólo los tenía yo... (Eres la única mirpsiquiatra que conozco aparte de mi que tenga blog). (Conozco muchos de adjuntos...y muy buenos)
    Sé que tal vez no sirva de mucho, pero entiendo lo que quieres decir.

    Estoy rotando en rehabilitación psiquiátrica y una de las cosas maravillosas que tiene es que no hay "trastornazos" de la personalidad.... hay mucha esquizofrenia residual....lamentablemente para los pacientes, pero el equipo es maravilloso y me parece que hacen muy bien su trabajo.

    Mañana de guardia. Me ha gustado leerte, aunque nunca me respondas.

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    1. Gracias por el comentario. La verdad es que ya tenía el blog bastante olvidado (mucho que contar, pero poco tiempo y con bastantes días de desmotivación últimamente.)
      Tengo ganas de rotar en Rehabilitación pero no rotaré hasta R3-4 aunque ya me van gustando los "trastornazos" también.
      Quiero seguir tu blog nuevo pero no sé cómo ponerte en la lista de blogs que sigo (cómo te añado?)

      Un abrazo y mucho ánimo.

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    2. Gracias por el comentario. La verdad es que ya tenía el blog bastante olvidado (mucho que contar, pero poco tiempo y con bastantes días de desmotivación últimamente.)
      Tengo ganas de rotar en Rehabilitación pero no rotaré hasta R3-4 aunque ya me van gustando los "trastornazos" también.
      Quiero seguir tu blog nuevo pero no sé cómo ponerte en la lista de blogs que sigo (cómo te añado?)

      Un abrazo y mucho ánimo.

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  2. Gracias por responderme. Para seguir mi blog, le das en participar de este sitio en mi página y creo que ya.Almenos es lo que yo hago siempre.
    Un beso

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