lunes, 1 de julio de 2013

Anotaciones para sobrevivir a todo esto.



En este primer mes de guardias y vida hospitalaria, he llegado a la conclusión de que tengo que cambiar muchas cosas. 
Vale, mi sensación es que ha sido un buen mes, pero por momentos lo recuerdo como increíble o como odioso; habla por sí mismo, demasiados altibajos.

En cuestiones prácticas como la vida diaria en una planta de Medicina Interna creo que he mejorado y he ido encontrando la manera de sacar más rendimiento e ir sintiéndome más segura en el trabajo. Lo primero ha sido adaptarme a la forma de estudiar, que aunque parezca una tontería después de tantos años de vida universitaria, lleva su tiempo. Los primeros días me desesperaba navegando entre capítulos densísimos del Harrison y otros tratados; mi sensación era -y sigue siendo- que no sé nada y que aunque todo me suena, mi cerebro se las arregla para mantener conocimientos adquiridos hasta ahora en una especie de nube difusa que sólo se aclara al releer/reestudiar/cuando alguien me recuerda qué narices era. Llegaba a casa sintiéndome muy perdida y con la mejor intención de mejorar, abría algún libro de Medicina Interna y empezaba a leer el capítulo de Anemias o de Insuficiencia Cardíaca. Realmente, lo que en esos textos se refleja no se parece demasiado al manejo real y además los conocimientos que se aplican son mucho más intuitivos y prácticos. Pasaba la tarde saltando de un capítulo a otro, concentrándome muy poco, sin saber qué debería estudiar realmente, fijándome demasiado en los detalles (gracias MIR, gracias universidad de Medicina) que no son precisamente transcendentes en la Medicina real ni en el día a día con el paciente.

Poco a poco fuí dejando esos intentos de estudiar como lo había hecho siempre y he empezado a imprimir artículos-resumen en 'Up to date' sobre los temas que van surgiendo en relación a los ingresos o cualquier patología que no recuerdo bien o cuyo manejo no entiendo. De esta manera, hago una revisión más rápida, útil y precisa, y me desespero mucho menos. 

Me ayuda también escribir folios-resumen de la evolución de todos mis pacientes en la planta; cada día cuando llego a casa escribo varias líneas sobre qué pruebas le hicieron a cada uno, si hubo modificaciones en el tratamiento, qué problemas se fueron presentando... y así repaso rápidamente cada caso y me oriento mejor al pasar planta y enfocar el estudio.

Importante también aprender a hacer preguntas sin miedo y atreverse a  contestar 'burradas'. En la carrera aprendí que debería saberlo todo, en prácticas nos humillaron varias veces por contestar mal a una pregunta o tener una duda 'demasiado obvia' así que sigo arrastrando el miedo al ridículo, pero poco a poco lo voy venciendo y ya que mi tutor está contento si le hacemos preguntas y participamos mucho... pues voy preguntándole todo lo que no entiendo bien, también cosas sobre mis guardias, y me voy atreviendo a contestar burradas sin problema.

Siguiendo con mi tónica de intentar aplicar estos meses en Medicina Interna a mi futura vida como Psiquiatra, he encontrado por fín un libro que me ayuda a enfocar las cosas: 'Tratado de Medicina para psiquiatras' (The Zucker Hillside Hospital, North Shore-Long Island Jewish Health System, Glen Oaks, New York.)
Centrado en las patologías más frecuentes en un hospital psiquiátrico, engloba todas las especialidades médicas orientadas a la Psiquiatría.

Para las guardias he empezado a hacerme mi chuletario individualizado y poco a poco se va llenando de casos distintos y sus abordajes terapéuticos; he hecho 5 guardias de puerta y otras 5 vendrán en julio, también tuteladas, así que espero seguir soltándome y llegar a hacerlo todo yo sola sin demasiado miedo.




En cuanto a la vida en casa; necesito ver más películas, leer más, dibujar, pasear... en fin, hacer todo lo que me gusta. Soy demasiado empática, me traigo el trabajo a casa, muchas veces creo que no voy a soportar un día más de desgracia, gente que agoniza y malas noticias. Esta semana he tenido varios casos horribles y presencié la debacle de familias que buscan en tí una esperanza que a veces no puedes dar. No puedo ser inmune (ni puedo 'aprender a ser inmune') al sufrimiento de los demás, por eso mi única salvación es compensar esa lucha diaria con todas las cosas que tanto me gustan. Y en las que encuentro lo mejor de la existencia; la belleza suprema de un párrafo de Anna Karenina, la música que te transporta, el cine evocador y que te revuelve las entrañas, salir de un teatro a punto de estallar, escribir y pintar sobre una idea que hace tiempo que te ronda por la cabeza.


'Some sort of pressure must exist; the artist exists because the world is not perfect. Art would be useless if the world were perfect, as man wouldn’t look for harmony but would simply live in it. Art is born out of an ill-designed world.'

― Andrei Tarkovsky


Mi casa está siempre hecha un desastre cuando llega el viernes, eso me desquicia. No soy una maniática del orden precisamente pero no puedo vivir entre montañas de platos sin fregar, suciedad, pilas de colada... tengo que intentar dedicarme a todo esto media horita al día. 

Lo mismo con las comidas, me gusta cocinar y tengo que cocinar más. Llego a casa a las 15:30 y muchas veces no como nada o como lo primero que haya en la nevera. Con la cena pasa lo mismo y en el hospital sólo hay dulces que dejan los pacientes al alta. No es cuestión de adelgazar ni engordar, que yo creo que con este ritmo de vida he adelgazado en este mes, se trata de comer bien... que somos médicos, leches.

En cuanto al horario de sueño: no puede ser, tengo que dormir más. 5h al día no son bastantes y siempre se me hace tarde por las noches porque tengo cosas pendientes para estudiar o estoy en internet o procastinando de alguna manera. Después de las guardias llego a casa en tensión y duermo mal, por más que me tome infusiones toda la noche en vez de los cafés dobles que toman mis compañeros. Necesito relajarme y adaptarme a un hábito de sueño de al menos 7h al día. Nunca me parece que esté cansada, pero luego llega el viernes y no me apetece hacer nada, y aguanto fatal las guardias de fin de semana.

Y por dios... tengo que leer las noticias. Vivo en mi burbuja hospitalaria, no me entero de nada, cada día soy más inculta. Puede que aprenda mucho sobre el fallo renal, pero siento que sabía más cosas cuando estaba en la escuela.

Tengo que hacer algo que me estimule el intelecto; todo el día se habla de televisión (que no tengo) y de fútbol (que no me gusta) en el trabajo. El ocio se basa en salir de fiesta, beber o hacer cenas de gala. Me parece todo genial y apruebo la desinhibición, de la manera que sea. Tampoco sería lógico quedar para debatir sobre metafísica ni conversar sobre las meditaciones de Marco Aurelio en el café de media mañana. Esto no es una crítica. Pero realmente necesito mover el culo y hacer algo que me estimule el intelecto: me he preinscrito en la escuela de idiomas para retomar el francés, me he inscrito en un programa de voluntariado de la Cruz Roja, me he sacado el carnet de la biblioteca y el abono para el cine-terraza de mi barrio...






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