martes, 11 de junio de 2013

Crónica de una guardia anunciada.

Sinestesias. O memorias.
Muchas veces encuentro un ritmo que concuerda perfectamente con lo que siento, con algo que he vivido. Y es misterioso pero, al igual que pasear por Londres siempre sonaba a canciones de The Strokes, mi primera guardia ha hecho vibrar cuerdas interiores de 'Mesmerism', de Dead Can Dance.

Un ritmo frenético, mitigado por una especie de hipnosis y por la ansiedad contenida. Latía con fuerza cuando entré en la Clínica nº4. Pero, me sentí bien, de alguna manera pertenezco ya a este tipo de vida. Volví a casa muy cansada y con el gusto agridulce de las grandes metas que se consiguen al borde del agotamiento total.

Ocho horas depués, queda un poso de satisfacción en la memoria. Lo he pasado genial en mi primera guardia, he aprendido mucha MEDICINA (MEDICINA, con mayúsculas, Medicina real.)
He hecho muchas cosas, por más que no sea todavía más que una 'mochila' al costado de un residente más veterano. Aún me pierdo por los pasillos, busco y no encuentro volantes de hemocultivo ni hojas de tratamiento, muchas veces no sé cómo orientar un diagnóstico. En mi primera guardia, que al ser un lunes fue ajetreada, me dediqué a apuntar en una libreta de notas el manejo general que mi residente mayor hacía; puntos clave en la exploración neurológica de una cefalea, preguntas indispensables en la anamnesis de un dolor abdominal, fármacos y posología más empleada, datos que deben incluirse en la hoja de tratamiento, tipo de pruebas complementarias que solicitar según la sospecha clínica...
También historié pacientes, informé a acompañantes y familias, cubrí volantes de pruebas complementarias, escribí informes de alta, interpreté analíticas y pruebas de imagen, exploré a muchos pacientes. Y es que quiero intentar desligarme poco a poco de mi residente mayor para no sentirme al borde de una abismo cuando este sola ante el peligro.

No me siento capaz de afrontar todo esto sola, realmente me he dado cuenta -una vez más- que ni el MIR ni la universidad te preparan para la MEDICINA. Que los dolores torácicos son muchas veces ininterpretables, que lo más importante no es conocer listas interminables de enfermedades raras ni memorizar porcentajes y medicaciones de última moda, que el paciente quiere que le mires y le escuches atentamente, que todo esto va más allá de números y notas. Y que el agradecimiento del paciente es más por la humanidad con la que le hayas tratado que por tu nivel de conocimientos. Estos últimos son muy importantes, importantísimos, pero empezamos ahora de nuevo y los adquirimos de manera distinta a como lo hemos hecho; aplicando lo estudiado a la vida real, leyendo para ENTENDER y no para memorizar, preguntando mucho, escuchando la experiencia de otros, contrastando opiniones y artículos científicos, preguntándonos '¿por qué?' y '¿cómo?'

Tendré dos meses -con cinco guardias cada mes- de aprendizaje, como 'mochila' de residentes de segundo año de varias especialidades médicas, y de otros residentes más veteranos de Medicina Familiar y Comunitaria.

Mi plan; hacerme un 'chuletario' a base de recopilar información sobre la mayoría de los casos que de ahora en adelante vaya a ir viendo. Revisarlos, consultar con mi tutor de Medicina Interna si tengo dudas, estudiarlos para ir sistematizando y asentando las cosas, y anotar lo más importante para evitar quedarme en blanco cuando esté sola.

He oído en algún sitio que es bueno comprarse una agenda telefónica, y ordenar las anotaciones de manera alfabética (ej. 'C': cefalea, convulsiones, cólico nefrítico, celulitis, colelitiasis, cröhn, colitis ulcerosa, catarro común... y para síntomas/manejo/tratamiento, algo tipo; 'D' dolor: nolotil, buscapina, enantyum y su posología, además de la exploración física que tengo que realizar.) 
A ver si consigo hacerme una guía útil y práctica.

¿Y qué he visto? casos típicos, problemas leves y otros de urgente valoración, patología de difícil interpretación o asociada a efectos secundarios de algún medicamento poco utilizado, mucha psicopatología y adicciones como causas latentes de enfermedad actual. Varias cefaleas, EPOC reagudizado, bronquitis, gastroenteritis, hidrops vesicular, anemia, insuficiencia renal crónica, diarreas, vértigo posicional paroxístico, ataques de angina, brotes de enfermedad inflamatoria intestinal, fiebre de origen desconocido, neutropenia febril en paciente oncológico, presíncope, cólico nefírico, varices inflamadas, polimialgia reumática, ataques de ansiedad, intoxicaciones medicamentosas, emergencias hipertensivas, diabetes descompensadas, embarazadas con taquicardia...

Solamente descansamos 15 min para la cena, el resto del tiempo lo pasamos viendo a un paciente detrás de otro, cubriendo volantes de pruebas complementarias, revisando historias clínicas, informando a familiares y solicitando interconsultas. No ha sido una guardia completa (17h de trabajo durante la semana y 24h los fines de semana), pero me he pasado unas 13h en urgencias después de la jornada laboral diaria en el hospital (7h.)

El agotamiento empezó a darme mucha guerra a partir de las dos de la mañana. Aproveché un momento de calma, cuando nuestras camillas estaban vacías, para comer unos bombones en el despachito de Enfermería y repuse fuerzas. Yo creo que eso es lo importante para mantener el tipo en urgencias; hacer paradas aunque sean de 5 minutos para comer y beber alguna cosa, charlar sobre cualquier tontería, ir al servicio y lavarse la cara con agua fresca, mandar un sms pidiendo ánimos a alguien que quieras o llamar a casa.

Cada uno tiene su 'secreto'; he visto a gente que lleva un bote pequeñito de algún bálsamo aromático con el que disfrutar de ese pequeño placer que es un buen aroma a las 4am, tras 13h de vómitos y diarreas. Otros llevan alguna chocolatina o caramelos para momentos de agotamiento. El café es un gran aliado, pero para personas nerviosas -de mi estilo-, más vale tomarse una menta-poleo de vez en cuando. 

No todo ha sido idílico; el sistema sanitario está colapsado, los recortes han hecho mucho daño a la calidad asistencial porque cada médico tiene a demasiados pacientes a su cargo. La mayoría de los pacientes y familiares fueron muy amables y agredecidos pero a las 2am recibí a un señor muy cabreado y arisco a quien me costó contener, algunos pacientes te ningunean al ser una chica joven (dan por sentado que eres enfermera o celadora y preguntan cuándo vendrá el doctor), hay por supuesto pacientes conflictivos y agitados, las guardias son estresantes y hay momentos donde te sientes bajo presión absoluta y con ganas de gritar y mandarlo todo a la mierda...

De todos modos, yo creo que merece la pena. Y como buena psiquiatra en potencia, disfruté indagando en los problemas y preocupaciones de los pacientes y de las familias, explicándoles temas como qué es la ansiedad y cómo abordarla, dándoles ánimos y consejos prácticos. En general, conversando y tranquilizando a enfermos, que yo creo que es lo más gratificante de todo.
El resto, las baterías de pruebas complementarias y las rutinas de trabajo, son también interesantes e importantísimas, pero realmente no me aportan satisfacción en la misma medida. Es importa saber diagnosticar solo una arteritis de la temporal; darte cuenta de que debes estar atento a la VSG y explorar si existe claudicación mandibular, pedir una biopsia temporal o un ECO-Doppler, et cetera... pero realmente no me sube la adrenalina el ver 'casos raros y cuanto más raros, más guay' porque detrás de ellos hay un enfermo que sufre. Y lo que quiere es que le alivien, le escuchen y le informen. 

Eso es lo que me hace sentir bien. 
Merece la pena ser médico y esta profesión es una suerte.









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