viernes, 7 de junio de 2013

Primer rotatorio: Medicina Interna.





Otra vez es viernes; con su sesión nocturna de cine en sala pequeñita, su cena cocinada con toda calma, sus horas de procastinación, con su cerveza trapista, con sofá y con lectura (no médica). Sin alarma de despertador a las seis de la mañana. Ni ascensores que suben y bajan todo el día.

Una semana más, ese caldo de emociones y de tareas que cada día se presentan en el hospital. He reído, he llorado, me he enfadado mucho, he tenido momentos de euforia y también de miedo, he estado sola ante el peligro, he estado rodeada de gente... tanta gente nueva que me cuesta recordar sus caras y sus nombres. Hemos pasado de ser 'Pablo Fernández' o 'Ana Rodríguez' a ser 'Pablo Digestivo' y 'Ana Vascular'. Nos han dado un cuño que estampa en papel que somos Dr. o Dra., nos han dado una copia del contrato laboral y una tarjeta electrónica de acceso a las historias clínicas informatizadas, hace tiempo que tenemos batas y pijamas con nuestros nombres rotulados y 'Médico interno residente' debajo. 
El bolsillo derecho de mi bata ya ha empezado a romperse un poco; lo llevo cargado de bolígrafos, libretas de notas, tablas resumen, fonendoscopio...

Lo mejor: Una larga conversación con una enfermera, sobre todos esos sentimientos encontrados que me genera a diario el ámbito hospitalario y que muchas veces creo que no son compartidas por muchos.
Un paciente muy agradecido y muy simpático ('un hombre feliz', como lo llamó mi adjunto) que todos los días en el pase de visita nos robó una sonrisa -a veces carcajada- y que ya hoy, muy mejorado, se fue de alta.
Hemos dado varias altas y hemos visto varias mejorías, supongo que eso es lo que hace que los médicos sigan ahí a pesar de la frustración que muchas veces sienten.

Lo peor: Una derivación a sedación paliativa para una paciente que lleva años luchando contra un cáncer de ovario. Ver una imagen radiológica de metástasis cerebral masiva que no responde a ninguna línea de tratamiento, y a una familia destrozada que ya asume en silencio que Jesusa se va.





Sigo comprobando que el ser humano se adapta prácticamente a cualquier cosa; en las últimas semanas he pasado de la inactividad absoluta al ajetreo total. Después de ocho meses encerrada estudiando para el dichoso MIR, llegaron cuatro meses en los que la superestructura rutinaria que había llevado hasta la fecha desaparecía de repente y daba paso a una espera mitad pasiva, mitad ansiosa. Y otra vez, de repente, todo empezaba; escoger plaza, mudarme, adaptarme a la nueva vida. 
Ahora llevo tres semanas en el hospital, y siento que esta ya es mi vida, y que voy entrando en esta nueva dinámica que es la Medicina real. Las dos primeras semanas las pasé rondando por mi servicio y haciendo un curso de RCP a tiempo completo, pero ahora mis rotatorios han empezado y voy a estar cuatro meses en Medicina Interna; de esta rotación espero aprender muchas cosas, y sobre todo aplicadas a la Psiquiatría.

¿Cómo se hace eso? Pues el caso es que en la biblioteca he encontrado un libro muy propicio; 'What Psychiatrists need to know', Cutting Edge, review of Psychiatry volume 21. Y se estructura de la siguiente manera:

-Mind & heart. The interplay between Psychiatric and Cardiac Illness.

-Psychiatric aspects of Gastroenterology.

-Psychiatric overview of solid organ transplantation.

-Psychiatric disorders and the menstrual cycle.

Es un librito pequeño, que no cubre ni por asomo todas las enfermedades orgánicas que se correlacionan con patología psíquica ni todas las enfermedades orgánicas que puede tener un enfermo psiquiátrico. Porque los enfermos psiquiátricos también tienen órganos.
Es por eso que no me ciño solamente a él, aunque es una ayuda. Me siento un poco perdida en el mundo de la Medicina Interna, no sé por dónde empezar a estudiar/repasar ni cuándo empezaré a atar cabos e interrelacionar más conocimientos. Y a esto se añade el hecho de que soy consciente de que voy a dedicarme a algo muy distinto, y que aunque quiero aprenderlo todo y ceñirme al rotatorio de Medicina Interna que seguirá un Cardiólogo o un Digestólogo... mi realidad de trabajo dista mucho de todo esto y quiero aplicar este rotatorio al ámbito psiquiátrico.

Mi tutor me lo sugirió desde el principio, y es por eso que por mi cuenta estudio todos los tratamientos neurológicos y psiquiátricos que toman los enfermos; evolución de los síntomas desde que toma esa medicación, contraindicaciones que pudieran agravar otras patologías orgánicas que presenta, manejo de dosis, et cetera. 

Tengo mucho material con que trabajar, ya que abundan los síndromes confusionales en ancianos ingresados en plantas de Medicina Interna, bastantes pacientes toman antidepresivos y ansiolíticos, muchos EPOC tienen comorbilidad depresiva, ingresan muchos pacientes con Alzheimer y Parkinson... 
La farmacopea psiquiátrica está presente a diario en mi planta: ¡nunca pautar benzodiacepinas a un anciano!, ¡los antipsicóticos típicos parkinsonizan; dar Quetiapina o Clozapina!, ¡nunca retirar bruscamente la medicación psiquiátrica!, ¡efectos secundarios de los antidepresivos tricíclicos; mejor pautar un ISRS o Mirtazapina!, ¡la Quetiapina alarga el QT!




Además, en las presentaciones orales que nos proponen que preparemos, mi tutor intenta buscar un tema que nos aporte algo más en nuestra futura especialidad. Me ha encargado el estudio de neurolépticos en el paciente con Parkinson y la revisión bibliográfica sobre los mejores hipnóticos para uso en plantas de Medicina Interna. 
A otros R1 de Anestesiología les propuso indagar sobre anestésicos en pacientes polimedicados y ancianos, y los R1 de Neumología enfocan su residencia al estudio global del EPOC, las infecciones respiratorias, et cetera.
Eso me gusta, porque realmente quiero llevarme de cada rotatorio algo que pueda aplicar. Sigo leyendo electrocardiogramas y estudiando antibióticos o TAC cerebral, me interesan todos los pacientes y todas las patologías, pero es inevitable que me centre más en lo que afecta a la esfera psiquiátrica.

Me parece muy útil, el otro día re-estudié la hiponatremia a raíz de un par de casos que tuvimos en planta, y me paré a fondo en ello porque es frecuente en brotes psicóticos (donde aumenta la secreción de ADH y la respuesta renal a esa secreción transitoria), en pacientes potómanos, en la toma de antipsicóticos y antidepresivos (como Carbamacepina y Fluoxetina) que provocan SIADH, en pacientes nauseosos por la causa que sea, et cetera.

Y es que la Medicina Interna es muy interesante y se puede aprender una infinidad de cosas en una de sus plantas, pero mi sitio está en otro lugar. Quiero entrevistar a fondo a los enfermos, conocer su psicopatología, los pacientes psiquiátricos son mi debilidad ya que no he visto sufrimiento comparable ni aislamiento tal ni estigma de tal medida en casi ningún otro tipo de enfermedad, todos los días en el pase de planta me fijo en la sintomatología psíquica de los pacientes ingresados ('hoy está más animado', 'triste y temeroso', 'responde con monosílabos, suspicaz e inexpresivo', 'desinhibido e inquieto'.)
Tenemos un paciente con daño cerebral grave con el que empatizo más que con el resto, precisamente porque es muy doloroso ver cómo se maneja.
Soy una psiquiatra en potencia, siempre ví en esto mi lugar, pero esta semana he echado tanto de menos las consultas y la planta de Psiquiatría que llegué a odiar la idea de pasar los próximos meses alejada de todo eso, en la planta de Medicina Interna. Que se torna ya más repetitiva; EPOC agudizado/ITU/IRA/Insuficiencia cardíaca/Edema agudo de pulmón/Neumonía/MARSA/Cirrosis y hepatopatía crónica/Hemorragia digestiva alta/Anemia por déficit de B12 y anemia ferropénica/Hemorragia cerebral/Diabetes Mellitus...

Todos los pacientes son distintos, no cabe duda, pero en Psiquiatría no hay dos enfermos iguales por más que tengan el mismo diagnóstico. Y yo echo en falta esa importancia de la variabilidad interpersonal y el tomarse un tiempo para entender lo que realmente piensa esa persona y cómo vive su enfermedad. O su realidad, a secas. 

En una Medicina cada vez más tecnificada, en ambientes estériles de plantas hospitalarias, entre números y cifras... hay que pensar en las personas. La Psiquiatría es donde me siento cómoda, ya que el trabajo implica la individualidad de la persona y se centra en entenderla. 

Y esa es mi pasión: escuchar. Estar con el enfermo, intentar entender nuevas formas de ver la realidad y ayudar a personas estigmatizadas. Investigar sobre el órgano más fascinante del cuerpo humano, en su vertiente más interesante: las emociones, las ideas, los pensamientos, los miedos, las vivencias. 

La empatía.




Y este es el mejor sentimiento de todos: el saber que has escogido lo que te hace feliz, que lo echas de menos, que has encontrado tu sitio. 
Saudades de todo lo psiquiátrico.



1 comentario:

  1. Muy interesante la entrada, me gusta que quieras mantener ese enfoque global, lo que me ha sorprendido es que hayas buscado bibliografía en inglés!! que valiente. Sigue contando, un abrazo!

    ResponderEliminar