miércoles, 12 de junio de 2013

El hueso y la carne. Hay algo más dentro de cada paciente.



Leyendo la prensa acabo de tropezarme con un estudio de la universidad John Hopkins, donde se demuestra -aunque era bien sabido ya- que también los médicos tratan a las personas obesas con menos empatía.

Este es un tema que me ronda por la cabeza desde hace días, cuando al salir de mi primera guardia me llevé la impresión de que no se les muestra demasiada comprensión a las personas que más lo necesitan; entre ellas a esa gran cantidad de personas con obesidad que acuden a menudo a nuestras consultas. Muchas veces pasan a ser identificadas entre médicos como 'la gorda de la colelitiasis' o 'el gordo aquel que vino por gastroenteritis'. Cada vez que oigo una de estas cosas me dan ganas de decirles que es el colmo ya, que están hablando de una persona y no de un índice de masa corporal. Si no escribo sobre esto reviento...estoy harta de morderme la lengua. 

Que sí, que queremos hablar sin tapujos y que la obesidad también es un diagnóstico. Que entrar a debatir sobre eufemismos, atenuantes y demás juegos semánticos no viene al caso. Ahora bien, lo que no me creo es aquello (tan científico) que me dijeron en clase de Medicina Preventiva en 6º de carrera; 'quien está gordo es porque se hincha a comer, y no hay más, ¡que haga dieta y mueva el esqueleto!'

Los pacientes obesos son todos vagos, despreciables, 'débiles de carácter' y no merecen que perdamos mucho tiempo en aconsejarles ni en conocer cómo se sienten. Esa es la metáfora que, tácitamente, han ido tratando de imponerme durante estos años de prácticas hospitalarias, clases magistrales, seminarios y ahora consultas y urgencias.

Y esos pacientes, que sufren a diario las consecuencias -tanto prácticas como sociales, psicológicas y estéticas- de su obesidad, vienen a consulta avergonzados por tener que quitarse la ropa o confesar que han dejado de ir al gimnasio o han hecho transgresiones dietéticas. No sé qué opinarán los demás, pero yo pienso que nuestra actitud va a influir bastante en la motivación y autoestima de estas personas.



Y dirán; '¡vaya hombre, ya están otra vez los psiquiatras dando la lata con el impacto emocional y otros rollos que a nadie le importan!' 
Pero, realmente, pongamos un ejemplo para verlo claro y recapacitemos un momento;

-Situación A: María, de 30 años de edad, obesa, hipertensa, diabética, con historia de episodios depresivos y ataques de ansiedad acude a consulta para una revisión médica. Le preguntamos cómo van las cosas, si ha tenido dificultades en seguir la dieta prescrita, cómo se siente, la exploramos sin aludir a su obesidad y hacemos refuerzo positivo haciéndole ver que ha mejorado/puede mejorar si se lo propone, sugerimos medidas de cambio y explicamos los beneficios. Ofrecemos nuestra ayuda y/o la ayuda de otros especialistas (endocrinólogos, psicólogos, psiquiatras...) 

Lo primero, creo yo, es felicitar al paciente por sus logros en la consecución de objetivos terapéuticos o preguntarle qué ha fallado y ofrecer ayuda y empatía para propiciar futuras mejorías.

-Situación B: La misma paciente nos visita; como las constantes y pruebas complementarias siguen alteradas, la regañamos ('¡Pero hombre, María, no ve que está muy obesa y se puede morir mucho antes de lo que le toca!', 'Ay, ay, ay, tú has estado cebándote a comer y de ejercicio nada de nada'). Durante la exploración le hacemos ver que su obesidad no nos permite auscultarla claramente ('está usted muy obesa, María, mire... no puedo ni escucharle bien la barriga'), hacemos también un comentario a nuestro residente/enfermero ('esta chica tiene obesidad mórbida, fíjate en las estrías rojo vinosas, muy típicas de la hipercortisolemia'). Pautamos medicación, despedimos a María recordándole que está muy obesa y que si no pierde peso va a tener problemas. Y adiós muy buenas. ¡Hemos hecho psicoeducación y la paciente se va bien informada! 
Sí, ya...

Por desgracia he visto ya varios, demasiados, abordajes parecidos a esta última situación (las frases entrecomilladas son frases que he oídos en las consultas).
Comentarios literales que he escuchado han sido;

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Cirujano leyendo la historia clínica de una paciente para preoperatorio: 'mujer, 35 años, 1,60m, 95 kg... bah, esta es una gorditina, vamos.'

Cirujanos comentando un preoperatorio de colectomía: 'no me apetece nada operar al de la 308, ughhh, es que es un GORDO...'

Neurólogo en consulta de cefaleas: 'no me extraña que no les duela la cabeza a estos gordos hipertensos, ¿y qué quieren que haga yo?, ¡que dejen de comer, coño!'

Internista en consulta de enfermedades autoinmunes: 'mire, señora, primero adelgace y luego pase a verme. Lo que le pasa es evidente, mírese.'

Pediatra en consultas de epilepsia: 'estás muy gordita, ¿qué pasa, que no te gusta moverte ni hacer ejercicio y comes chuches todo el día? pues mírate esa panza.'

Pediatra en revisión anual: 'esta niña es un claro caso de obesidad centrípeta, ¡que vengan los residentes a ver el fenotipo!' (entran dos residentes, comentan que sí, que la niña está obesa, y se van.)

Aparato digestivo, consultas de gastroenterología: 'a usted lo que le pasa es que está como un barril, ¿es que no se ve?'
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Algo me dice que todos esos pacientes saben ya que son obesos y lo viven a diario tanto comprándose ropa como sentándose en el metro y aguantando miradas de gente que hace comentarios. Poco vas a arreglar estigmatizándolos aún más y haciendo que vean en el médico a un torturador.


Hay, por supuesto, muchas excepciones a este tipo de comportamiento con los pacientes obesos. Pero no debieran ser excepciones, sino lo común. Hay múltiples razones para ganar peso; efectivamente la sobrealimentación y el sedentarismo son las más frecuentes, pero hay también problemas metabólicos de fondo, causas genéticas, psicopatología, efectos secundarios de muchos fármacos...
Ya en el hecho mismo de sobrealimentarse y ser sedentario hasta el punto de que tu propio peso te impida vivir con normalidad encierra mucha patología. Hay personas que abordan la ansiedad refugiándose en la comida y se hacen adictas, hay personas con personalidades más vulnerables a este tipo de conducta, hay problemas personales/laborales/económicos/sociales/de muchos otros tipos que pueden llevarte al abandono total de un ritmo de vida saludable y del cuidado de tu propio cuerpo.

¿Merecen estas personas ser estigmatizadas y menos respetadas incluso por los médicos?

Empatía, señores, medíquense con empatía 'si precisan' y no duden en aumentar la dosis por cuenta propia.









1 comentario:

  1. I hear you. I'm certainly no doctor or even a healthcare professional for that matter, but I believe empathy is absolutely essential when your career is treating and (hopefully) healing people. Unfortunately medicine seems to attract a number of quite unempathic people who seek status and wealth in quite a selfish manner.

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