viernes, 24 de mayo de 2013

A la orilla



Esta semana ha sido larga; una vorágine, vaya. Y es que parece que han pasado semanas desde que mis padres se fueron y me quedé sola en la que ya siento que es mi nueva casa. Los días se han ido sucediendo a modo de listas; listas de cosas que hacer, de requisitos burocráticos que solucionar, de colas, de servicios y plantas en el hospital, de gente nueva, de bibliografías, de pequeñas cosas que comprar para la casa, de nuevas rutas...

Tambaleándome entre el vértigo y la euforia he llegado hasta el viernes, y lo que sí es cierto es que me he sentido médica y al otro lado de la orilla. De alguna manera he cruzado una barrera mental que hace que haya hecho borrón y cuenta nueva; ya no me sorprendo cuando me llaman 'doctora', he dejado de pensar en el MIR y en la facultad. Siento que esta es mi vida y es lo que durante mucho tiempo he querido que sea. Veo oportunidades de aprender, de aprender de verdad, en cada cosa.

Me he levantado a las seis de la mañana, he dormido poco y mal, me he cabreado con la burocracia, he sentido que no sé nada, no he sabido cómo enfrentarme a los pacientes que se me acercaban en la planta, he pasado muchos nervios, he estado sobresaturada y perdida en los laberintos de mi hospital.

Y todo ha merecido la pena; lo que he sentido al volver a vivir una entrevista psiquiátrica ha sido mejor de lo que esperaba, he disfrutado el día de docencia y he recordado lo apasionante de esta especialidad donde cada descubrimiento nos acerca un poco más a entender ese enigma que es el cerebro . Me he emocionado desde el primer día, cuando mi tutor nos contaba que terminó siendo psiquiatra tras contemplar a los enfermos encerrados detrás de las alambradas.


La Psiquiatría, parte de la Medicina que muchos consideran menos importante o que quizás olvidan, es una de las especialidades más humanistas. Acercarse al paciente, comprender cómo vive, cómo piensa y cómo ve las cosas es fundamental; y eso me llena más que nada. 

Me gusta también que en mi servicio todo el mundo, antes que psiquiatra, se considere médico. Y que se fomente la formación en Medicina Interna o en Urgenciología. Además de un enfoque muy paralelo a la Neurología, servicio que trabaja de forma bastante cercana a los psiquiatras y que la jefa de servicio dijo considerar como una unidad; 'porque tratamos el mismo órgano, al fin y al cabo, y no podemos separar una cosa de la otra.'

Por contra, he descubierto que esta es una especialidad más 'endogámica' de lo que pensaba; mucha gente viene de familias donde varios miembros son psiquiatras. Y eso para los médicos 'sangre sucia', como una servidora, complica un poco las cosas. Supongo que se debe a lo desconocida que sigue siendo la especialidad; quizás quien lo ha vivido desde la infancia aprende a apreciarla y se decide por ella.

En todos los servicios hay pros y contras; al principio todo el mundo parece encantador, la organización parece mejor de lo que muchas veces es en realidad, el ambiente es menos tenso de lo que luego sale a flote. Por conversaciones en cafeterías y alguna que otra sutileza, he visto que no todo es perfecto y por eso no quiero escribir un post idealizado sino uno realista. Todo el mundo ha sido amable conmigo, ha intentado enseñarme todo lo que ha podido, me ha dejado preguntar hasta la saciedad, me ha deseado lo mejor. Sin embargo, no existe grupo humano donde todos congenien con todos y a partir de ahora habrá que aprender también a trabajar en equipo y a tantear el terreno para que el ambiente de trabajo sea siempre el mejor posible. Al menos, por intentarlo que no quede.

Esta semana he estado en mi servicio, rotando en la Planta de Agudos y en la Unidad de Interconsulta y Enlance. La semana que viene hay un curso de RCP al que dedicaremos casi todo el día de lunes a jueves, y el viernes rotaré en una Unidad de Salud Mental.
El día 3 de junio comienzan mis rotatorios oficiales para los próximos meses;

- 4 meses en Medicina Interna.
- 1 mes en Neurofisiología y Neuro-radiología.
- 2 meses en Neurología.
+
- 8 meses de guardias 'de puerta', de los que los dos primeros serán tutelados por un residente mayor.


Y como cada tarde, toca quitarse los zapatos y mojar los piés en el agua. 
Porque hemos llegado a la orilla y ya sólo queda la zambullida. 

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